Como parte de nuestra serie en curso que destaca a estudiantes del Graduate College que están dando forma a su campo, hablamos con la Dra. Ana Silvia Cervantes Figueroa, egresada del College of Liberal Arts and Sciences. Ella es una de las beneficiarias en ASU de la Crossing Latinidades Mellon Research Fellowship, una beca que busca reimaginar los estudios en Humanidades Latinas/os en EE. UU. y fomentar un esfuerzo colectivo hacia una agenda sólida, comparativa e interdisciplinaria en humanidades y ciencias sociales humanísticas. El Graduate College ofrece apoyo financiero a los beneficiarios de esta beca en ASU, ayudándolos a avanzar en sus metas académicas y profesionales.
Ana es una académica mexicana cuya investigación explora a las mujeres latinoamericanas, hispánicas y latinas; las representaciones de género en el arte, la cultura y la literatura; así como los estudios de archivo.
Tu disertación explora a autoras feministas que reimaginan los arquetipos de la bruja en la literatura hispana. ¿Cuál fue tu mayor revelación durante tus estudios?
La narrativa popular sobre la brujería no coincide exactamente con la realidad histórica. Por ejemplo, muchos hombres también fueron acusados de brujería y ejecutados.
La figura de la bruja como la imaginamos hoy es muy diferente a cómo comenzó. Al principio, las llamadas brujas eran a menudo paganas, mujeres que estudiaban la naturaleza o la medicina, pero también personas atrapadas en luchas políticas. A veces alguien era etiquetado como bruja simplemente porque se había convertido en un obstáculo para quienes estaban en el poder. No era solo la Iglesia la que definía a las brujas; en algunos casos también eran los reyes o líderes políticos.
Una de las distinciones más significativas entre las brujas en América Latina y en Estados Unidos es la influencia indígena. En América Latina—México, Argentina y otros lugares—los arquetipos de la bruja están profundamente conectados con tradiciones indígenas de pueblos como los mayas, aztecas y yaquis. En cambio, las narrativas estadounidenses sobre brujas, como Salem, se centran principalmente en colonos acusándose entre sí. Ahora bien, la primera mujer a la que se acusó en Salem de brujería era una mujer negra llamada Tituba, pero la gran mayoría de las acusadas fueron mujeres colonos. Por tanto, en Estados Unidos, las acusaciones de brujería no se relacionaban de la misma manera con las prácticas indígenas que como sucedía en América Latina.
Así, en la literatura latinoamericana, la bruja está vinculada a la colonización, al mestizaje de los pueblos indígenas con la cultura española y a los cambios culturales a través de los siglos. En EE. UU., las narrativas de brujería que no pertenecen a las comunidades latinas surgen en relación a otros conflictos internos de la sociedad . Esa diferencia marcó la manera en que se reimaginó el arquetipo de la bruja en distintas culturas. Para las escritoras latinas en Estados Unidos que abordan la figura de la bruja lo hacen relacionandola directamente con esa herencia cultural latinoamericana. Por ejemplo, utilizan la palabra “bruja” o “curandera” en español en lugar de “witch” en inglés a pesar que toda la novela está escrita en inglés.
¿Puedes contarnos qué te inspiró a cursar estudios de posgrado y qué experiencias personales o académicas influyeron en esa decisión?
Cuando terminé mi licenciatura en la Universidad de Sonora, en México, sabía que quería viajar y aprender más sobre el mundo. Algunos maestros me recomendaron ASU, envié mi solicitud, me aceptaron y comencé mi maestría.…y luego llegó la COVID. Pero creo que fue perfecto para mí, porque estoy muy contenta con cómo ASU manejó todo durante la pandemia. Creo que hicieron un trabajo increíble para mí como estudiante y como asistente de docencia, así que sé que tomé la decisión correcta.
¿Qué te inspiró a entrar en tu campo en primer lugar?
Creo que fue mi mamá. No me gustaba leer cuando era niña, pero a mi mamá le encanta. Ella ama los libros, tiene muchos, y realmente trataba de impulsarme a leer. Me decía: “Si lees un libro, te voy a dar 100 pesos”, que en ese momento eran unos 10 dólares. Entonces empecé a leer Harry Potter y me cambió la vida.
Por eso estudié la brujería en la literatura en mi doctorado, porque así empezó todo para mí: mi amor por los libros, la fantasía, y todo eso.
¿Qué te atrajo al programa Crossing Latinidades, y qué ha sido lo más significativo de participar en él?
Estuve en Houston, Texas, durante un año y conocí a alguien de la beca Crossing Latinidades. Me la recomendó porque yo quería estudiar la brujería en la literatura, y sabía que en la literatura estadounidense hay más sobre brujería. En América Latina no había tanto, aunque en los últimos años ha abido un auge en el tema. Yo quería saber por qué y cómo se relacionan la literatura en inglés y la literatura latinoamericana. Los latinos en Estados Unidos hacen algo interesante con la relación entre su herencia, la brujería y la identidad. Quería ver todo eso, y me animaron a aplicar a Crossing Latinidades.Por ejemplo, en mi tesis doctoral analicé la novela Vampires of El Norte de Isabel Cañas que explora la importancia de una curandera y las antiguas técnicas curativas que utiliza para salvar a su familia de la guerra y los vampiros. En la novela, este conocimiento y curanderismo se originan de una herencia cultural mexicana. En resumen, la bruja latinoamericana y latina es una mezcla de prácticas indígenas y españolas, mientras que la bruja tradicional en Estados Unidos (la que tiene un sombrero, escoba y varita) tiene origen europeo y un mínimo o ningun tipo de influencia indígena.
Me encantó no tener que dar clases por un año, porque enseñar es realmente difícil. ¡Es mucho trabajo! Y me gusta, pero escribir la tesis doctoral y enseñar al mismo tiempo es demasiado. El Dr. Mitch Hobza, del Office of National Scholarships Advisement, me ayudó muchísimo. Honestamente, no sé si hubiera ganado la beca sin su ayuda.
¿Has encontrado mentores—en ASU o a través de Crossing Latinidades—que te hayan inspirado a seguir adelante en tus estudios?
Habría sido imposible terminar mi doctorado en el tiempo tan corto en que lo hice sin ayuda. Me habría tomado cuatro o cinco años, al menos. Me asignaron un mentor que era profesor en ASU. Lamentablemente ya se jubiló: el profesor Jesús Rosales. Él me ayudó mucho con mi disertación, me conectó con otros profesores en Italia, me dio consejos sobre el mundo académico, siempre me animó y me apoyó en todo el proceso. Estoy muy agradecida por su apoyo.
¿De qué manera influyó la beca en tu investigación, tu desarrollo profesional o la dirección de tu disertación?
Lo que más me gustó de Crossing Latinidades fue trabajar con personas de diferentes campos y puntos de vista. Éramos solo como tres en literatura, así que conecté con gente de otras disciplinas, y eso me encantó. Investigamos cómo los latinos trabajan, interactuan o hacen arte en relación con otras comunidades. A veces los académicos podemos quedarnos en nuestra burbuja, y es importante poder conectar fuera de ella.
Además del financiamiento, ¿qué otros recursos, mentoría o comunidad te ofrecieron la beca o ASU?
Mitch Hobza fue muy importante para mí. Su apoyo, especialmente en la escritura, fue increíble. Además, en ASU podemos tomar clases fuera de los requisitos de nuestro doctorado. Yo tomé clases de tango un semestre, y eso fue genial para mi salud mental. ¡Sé que en otras universidades no es así! Y me parece muy triste que no puedan hacer algo más allá de lo académico.
¿Dónde estás ahora? ¿En qué te has enfocado desde que te graduaste?
Ahora soy profesora de preparatoria en México, y planeo regresar a enseñar en universidad. También, me encantaría entrar en el mundo editorial, porque durante el doctorado publiqué un libro junto con un compañero de ASU que ahora es mi esposo, el Dr. Bruno Nowendsztern, y disfruté mucho esa experiencia.
¿Hay algo más que quieras compartir con los estudiantes de posgrado actuales mientras siguen sus estudios?
La terapia fue muy importante para mí. Empecé la maestría justo en COVID y luego el doctorado, y creo que a veces los estudiantes de posgrado podemos ser muy duros con nosotros mismos: no he publicado lo suficiente, no he ido a una conferencia… La lista es infinita.
Conozco gente que se enfermó por el estrés, y ese no es el objetivo. Lo más importante es la salud—mental y física. Si necesitas terapia, ve a terapia. No tengas miedo, no tengas vergüenza, es perfectamente normal. Honestamente, creo que todos necesitamos terapia en algún momento de nuestras vidas. No vale la pena terminar la disertación más rápido o sacar una buena calificación si eso afecta tu salud, porque también afecta el cuerpo, y a veces no hay vuelta atrás. Sé que en ASU hay consejeros y he conocido a personas que han ido, y es muy importante, porque nuestra salud es lo más importante de todo.
Estamos bajo mucha presión para terminar rápido. Pero en realidad, tienes tiempo. Y también necesitas amigos. Tener amigos es esencial.